México
Dulces de Sonora: Postres que cautivan y conquistan corazones
En cada dulce típico de Sonora se esconde una historia, un recuerdo o una tradición que ha resistido el paso del tiempo.

FOTO: Luz Noticias.
La gastronomía de Sonora no solo es carne asada y tortillas de harina. En sus cocinas también habita un universo de sabores dulces que relatan historias de familia, identidad y arraigo cultural.
Los postres tradicionales sonorenses, elaborados con ingredientes locales y recetas heredadas de generación en generación, representan un tesoro culinario que sigue cautivando tanto a locales como a visitantes.

Dulces con historia y sabor
- En cada dulce típico de Sonora se esconde una historia, un recuerdo o una tradición que ha resistido el paso del tiempo.
- Los ingredientes simples como el piloncillo, el cacahuate, la harina de trigo o las frutas de la región se transforman en delicias que trascienden lo cotidiano.
Uno de los emblemas de la repostería sonorense son las coyotas, galletas grandes y redondas hechas con harina de trigo y rellenas, tradicionalmente, de piloncillo. Hoy en día, las coyotas han evolucionado y se pueden encontrar con una variedad de rellenos como jamoncillo, dátil o coco, sin perder su esencia original.
Otro dulce característico son las empanadas dulces, especialmente las rellenas de membrillo o calabaza. Su masa suave y dorada, junto con su relleno dulce y especiado, las convierte en el acompañante perfecto para una tarde con café, especialmente en temporada de frío.
También destacan las pepitorias, una delicia crujiente hecha con cacahuate tostado y jarabe de piloncillo que remite a las ferias y plazas de antaño. Estas golosinas, sencillas en apariencia, son verdaderos recuerdos comestibles de la infancia para muchos sonorenses.
Y no pueden faltar los jamoncillos dulces de leche con una textura suave y sabor delicado, así como las refrescantes nieves de pitaya, ideales para combatir los días de calor con un toque tropical y colorido.
El secreto: pasión y tradición
Lo que hace únicos a estos postres no es solo su sabor, sino el amor con el que se preparan. Detrás de cada receta hay una abuela, una madre o un artesano que ha dedicado su vida a preservar el legado gastronómico de Sonora.
Muchas de estas recetas se siguen haciendo de manera artesanal, con los mismos métodos y utensilios que hace décadas, como una forma de honrar la memoria y cultura de la región.
Coyotas y empanadas: orgullo sonorense
Las coyotas, también llamadas "las del pueblo", se han convertido en embajadoras del sabor sonorense más allá de sus fronteras.
Su presencia en mercados, ferias gastronómicas y tiendas gourmet en otras partes de México y el extranjero es cada vez más común, demostrando que lo tradicional no está peleado con la innovación ni con la exportación.
Lo mismo ocurre con las empanadas de calabaza, cuya receta ha pasado de madres a hijas como parte de un ritual familiar. Su equilibrio entre dulzura y suavidad las hace irresistibles, y su sabor evoca la calidez del hogar.

Mucho más que postres
Más allá de sus ingredientes, los postres de Sonora son un reflejo vivo de su identidad.
En cada bocado se encuentran las raíces de un pueblo orgulloso de su herencia. Son una forma de contar historias, de mantener vivas las tradiciones y de compartir con el mundo la dulzura que caracteriza a esta tierra del norte de México.
Porque en Sonora, la cocina no solo se saborea: también se recuerda, se celebra y se transmite. Y en cada dulce, hay un pedacito del alma sonorense.
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